La noticia ha corrido como la pólvora en redes sociales y medios tecnológicos: Elon Musk ha anunciado la creación de ‘Baby Grok’, una versión infantil de su chatbot de inteligencia artificial, bajo el paraguas de su compañía xAI. La aplicación, según Musk, estará “dedicada a contenidos amigables para niños”, aunque no se han ofrecido más detalles. Lo que sí se sabe es que esta iniciativa llega tras una larga lista de polémicas generadas por Grok 4, el modelo principal, cuyas salidas de tono han incluido respuestas antisemitas, lenguaje violento y personajes virtuales que rozan la hipersexualización.
Y ahora, ¿una IA para niños?
¿Estamos perdiendo el norte?
En un momento en que la preocupación por el impacto de los móviles y las pantallas en la salud mental de la infancia y adolescencia es más alta que nunca, la respuesta de algunas grandes tecnológicas no es frenar, repensar o introducir una pausa ética, sino todo lo contrario: acelerar y adaptar sus sistemas para “enganchar” a los más pequeños desde edades cada vez más tempranas.
Que quede claro: no se trata de negar el acceso a la tecnología, sino de retrasarlo conscientemente hasta que el niño tenga madurez, criterio y capacidad crítica. La tecnología no es el enemigo, pero sí puede serlo cuando se convierte en una herramienta para moldear mentes inmaduras con contenidos superficiales, sesgados o directamente peligrosos.
Del juego educativo a la manipulación disfrazada
Empresas como Google ya lanzaron su propia IA para tareas escolares, Socratic, y OpenAI ha explorado versiones infantiles de ChatGPT. La diferencia es que, mientras estas plataformas han buscado cierta neutralidad y control, Grok ha demostrado todo lo contrario. ¿Cómo puede garantizarse que Baby Grok no replicará el historial problemático de su “hermano mayor”?
Recordemos que Grok 4 ha sido criticado por:
- Reproducir mensajes antisemitas y teorías conspirativas.
- Crear asistentes virtuales sexualizados, como una chica anime que se desnuda si se lo pides.
- Usar un tono provocador, ofensivo o inadecuado incluso en interacciones básicas.
¿Queremos exponer a nuestros hijos a este tipo de lógica? ¿Vamos a permitir que la educación emocional y cognitiva de los más pequeños quede en manos de algoritmos diseñados para maximizar el engagement, no el desarrollo sano?
Generaciones de ovejas tecnológicas
Las consecuencias de introducir estas herramientas sin supervisión ni criterio son claras: niños cada vez más dependientes, menos críticos, más pasivos y con una atención fragmentada. Niños que “dialogan” con una IA en lugar de jugar al aire libre. Que consultan un algoritmo en lugar de preguntar a sus padres o profesores. Que forman su opinión sobre el mundo a partir de patrones que ni siquiera entienden.
Y eso, en el mejor de los casos.
En el peor, estamos creando una generación de “ovejas digitales”, perfectamente domesticadas desde la infancia para consumir, aceptar y depender de tecnologías que no entienden ni controlan. Una generación que no sabrá decir “no” porque nunca ha tenido que hacerlo. Una generación incapaz de aburrirse, y por tanto, de crear.
Necesitamos una revolución silenciosa: quitarles el móvil
Es hora de dejar de fingir que el acceso precoz a la tecnología les “prepara para el futuro”. La evidencia apunta justo en la dirección contraria: retrasar el uso del móvil y limitar el acceso a herramientas como Grok o Baby Grok puede ser uno de los mayores actos de amor que hagamos por nuestros hijos.
No se trata de volver a la Edad de Piedra, sino de recuperar el equilibrio. De permitir que la infancia sea infancia. Que los niños descubran el mundo con sus manos, no con pantallas. Que desarrollen pensamiento propio antes de dejarse arrastrar por las respuestas de una IA.
Y sobre todo, de no seguir entregando generaciones enteras a la industria tecnológica como carne de cañón para sus experimentos de monetización y control de la atención.
El futuro será digital, sí. Pero no tiene por qué ser idiotizado. Y todo empieza con una decisión tan sencilla como urgente: decir no a Baby Grok, y sí a una niñez real.
vía: euronews