La capital surcoreana acoge un cónclave internacional de dos días destinado a definir un modelo para el uso responsable de la inteligencia artificial (IA) en el ámbito militar. El evento, que cuenta con la participación de más de 90 países, incluidos Estados Unidos y China, busca establecer directrices que garanticen la utilización ética y segura de tecnologías avanzadas en contextos bélicos.
El encuentro sigue al primer «World Summit AI», celebrado en Ámsterdam el año pasado, y se centra en abordar preocupaciones críticas sobre el papel de la IA en las decisiones militares. Un tema candente en el debate será cómo evitar que las armas impulsadas por IA tomen decisiones que puedan poner en riesgo vidas humanas sin la supervisión adecuada de operadores humanos.
El Ministro de Defensa de Corea del Sur, Kim Yong-Hyun, inauguró la cumbre señalando que la IA es «como una espada de doble filo», capaz de causar daños si se usa de manera indebida, pero también de «mejorar drásticamente» las capacidades operativas. Kim subrayó la importancia de establecer un marco que defina principios y salvaguardias para el uso de la IA en el ámbito militar, alineados con las normativas de organismos internacionales como la OTAN.
A pesar de las expectativas de que muchos gobiernos respalden el borrador del plan para el uso responsable de la IA en el ejército, se prevé que el acuerdo carezca de consecuencias legales vinculantes. El objetivo mínimo es acordar un conjunto de normas que proporcionen directrices claras para el uso de la IA en contextos militares, sin imponer un marco legal obligatorio para los países participantes.
El debate en Seúl refleja una creciente preocupación global sobre el impacto de la IA en la seguridad y la ética en el campo de batalla. A medida que las tecnologías avanzan, la comunidad internacional se enfrenta al desafío de equilibrar el potencial de mejora en las capacidades militares con la necesidad de controlar riesgos potenciales asociados a su mal uso.
Con este cónclave, Corea del Sur reafirma su papel como líder en la discusión sobre la integración segura y ética de la inteligencia artificial en las operaciones militares, y abre la puerta a futuros diálogos y acuerdos que puedan dar forma a la forma en que las naciones manejan estas tecnologías emergentes.
