Elon Musk, CEO de Tesla, SpaceX y ahora figura clave en el panorama político estadounidense, ha lanzado una contundente declaración sobre la carrera por el liderazgo en Inteligencia Artificial (IA): el dominio en la fabricación de chips será decisivo para determinar qué país liderará esta revolución tecnológica.
Durante una entrevista en el pódcast del senador Ted Cruz, Musk señaló que aunque Estados Unidos tiene actualmente una posición ventajosa en la carrera de la IA, el futuro dependerá directamente de quién controle la producción de chips avanzados. “En los próximos años, creo que Estados Unidos probablemente ganará. Entonces, será el turno de quién controle la fabricación de chips de IA. Si China la controla, entonces China ganará”, afirmó.
Taiwán, el epicentro del conflicto
Musk puso el foco en la vulnerabilidad geopolítica que supone la dependencia mundial de los chips fabricados en Taiwán, donde TSMC es el principal referente mundial. “En la actualidad, casi todos los chips de IA avanzados se fabrican en Taiwán. Si China invadiera Taiwán, el mundo quedaría aislado de ellos”, advirtió.
Las tensiones entre China y Taiwán se han intensificado, y las palabras de Musk llegan en un momento en el que surgen informaciones preocupantes sobre los preparativos militares de China. Imágenes filtradas desde playas chinas muestran gigantescas plataformas flotantes, capaces de transportar blindados, recursos y tropas, que sugieren la posibilidad de un desembarco a gran escala. Según diversos analistas, esta infraestructura podría estar diseñada para romper en tiempo récord las defensas taiwanesas y hacerse con el control de la isla, y con ella, del poder estratégico de TSMC.
Una expansión estratégica
Ante esta amenaza latente, TSMC lleva tiempo trabajando en su expansión internacional. La compañía ha anunciado inversiones millonarias para levantar plantas de producción en Estados Unidos y Europa. Este movimiento se interpreta como un intento de diversificar su producción y proteger sus secretos tecnológicos ante cualquier conflicto. La colaboración estrecha con Estados Unidos, Europa y Japón pretende además disuadir a China, sabedora de que gran parte de la tecnología que emplea TSMC proviene de estos aliados.
El gobierno estadounidense ha respaldado esta estrategia con una inversión sin precedentes de 165.000 millones de dólares en su propia industria de semiconductores, buscando reforzar la autonomía tecnológica y reducir la dependencia asiática.
China y la carrera por el hardware
Musk también destacó el interés desesperado de China por adquirir hardware estadounidense, especialmente chips de NVIDIA, fundamentales para el desarrollo de modelos de IA avanzados. En respuesta, el expresidente Donald Trump prepara nuevas medidas para endurecer las restricciones a China, bloqueando cualquier intento de evasión comercial por parte de empresas que colaboren, directa o indirectamente, con el gigante asiático.
El panorama, lejos de calmarse, se tensiona aún más. La posibilidad de un conflicto abierto por el control de la producción de chips es un escenario cada vez más plausible, y Taiwán sigue siendo el epicentro de una batalla que podría tener consecuencias globales.
Como bien concluye Musk, “el hardware y el software son igualmente importantes, pero el segundo no se acelera sin el primero”. En la carrera hacia la supremacía en Inteligencia Artificial, controlar la fabricación de chips es, hoy por hoy, la jugada maestra.