En el vibrante mundo de la inteligencia artificial, OpenAI sigue marcando el ritmo, revolucionando la manera en que interactuamos con la tecnología. Desde su lanzamiento, el uso de ChatGPT ha aumentado de forma espectacular, alcanzando al 10% de la población mundial. Nick Turley, director de ChatGPT, señala con entusiasmo: «Eso deja al menos al 90% por conquistar».
Este crecimiento refleja la profunda aceptación de los modelos de lenguaje grande (LLM, por sus siglas en inglés), la tecnología que subyace en chatbots avanzados como ChatGPT y su competidor, Claude de Anthropic. Estos LLM, diferentes de los programas informáticos convencionales, son redes neuronales entrenadas con inmensas cantidades de datos para identificar patrones y predecir secuencias textuales con precisión. El resultado: asistentes virtuales con personalidades ajustadas de manera detallada.
Sin embargo, una mejora crucial surgió hace aproximadamente un año cuando los investigadores de OpenAI decidieron permitir que estos modelos «razonaran» en lenguaje natural antes de ofrecer respuestas. Aunque este paso requería mayor capacidad de cómputo, los beneficios eran notables: obtenían resultados de alta calidad. Este avance provocó un auge en la demanda de profesionales especializados en diversas áreas como matemáticas, física, programación, química y derecho, quienes proveen los datos necesarios para reforzar las capacidades de razonamiento de la inteligencia artificial.
Este salto no solo hizo más inteligentes a los chatbots, sino que también delineó un futuro donde la IA podría integrarse aún más en la vida cotidiana, abordando desafíos más complejos y acercándose a nuestro ideal de asistentes digitales cada vez más humanos. La proyección de OpenAI, junto con el interés global por la tecnología, promete una expansión aún mayor, apuntando a transformar al 90% restante de la población en usuarios activos y comprometidos con las posibilidades del futuro digital.
Fuente: Zona de blogs y prensa de Nvidia





