OpenAI da un giro hacia el lucro: cambios en la dirección y alertas sobre una posible burbuja de IA

OpenAI, la compañía pionera detrás de la tecnología que dio vida a ChatGPT, ha anunciado un cambio significativo en su estructura, alejándose de su naturaleza sin fines de lucro para transformarse en una empresa con ánimo de lucro. Este movimiento ha generado tanto entusiasmo como preocupación en el mercado, y ya ha provocado la salida de tres de sus principales directivos, en medio de un contexto de sobreexcitación en torno a la inteligencia artificial (IA) que algunos expertos comparan con la burbuja de las puntocom en el año 2000.

Una nueva era para OpenAI

Los recientes anuncios marcan un cambio drástico en la filosofía con la que nació OpenAI en 2015. Fundada con la misión de desarrollar inteligencia artificial para el beneficio de toda la humanidad, sin estar limitada por la necesidad de generar ganancias, la compañía comenzó a ganar notoriedad con el lanzamiento de su modelo ChatGPT, lo que también la empujó hacia un enfoque más comercial. El crecimiento de su tecnología y el interés masivo en la IA llevaron a OpenAI a ampliar su oferta de productos, tanto para consumidores como para empresas, posicionándose como un jugador clave en la carrera por la inteligencia artificial generativa.

Sin embargo, esta transformación ha traído consigo una ronda de financiamiento por 6.500 millones de dólares, que revaloriza a la empresa en 150.000 millones. A pesar de que esta inyección de capital promete expandir sus capacidades, también ha generado fricciones internas que culminaron con la salida de tres figuras clave: Mira Murati, directora de tecnología; Bob McGrew, director de ingresos; y Barret Zoph, vicepresidente de investigación.

Tensiones y salidas: una transformación polémica

Las salidas no han pasado desapercibidas en un momento en que Sam Altman, director ejecutivo y uno de los rostros más visibles de OpenAI, asume aún más control sobre la compañía. Altman, quien fue temporalmente destituido en 2023 para luego ser reintegrado, ahora ve su participación aumentada a un 7%, lo que representa aproximadamente 10.500 millones de dólares. Esta cifra lo posiciona entre los más ricos del mundo, según la lista Forbes.

Curiosamente, hasta hace poco, Altman había rechazado recibir acciones de OpenAI, argumentando que su pasión por la empresa era su verdadera recompensa. Este cambio en su postura ha sido interpretado por algunos como una señal de que las prioridades dentro de OpenAI han virado claramente hacia la maximización de beneficios.

Con estas salidas y la reestructuración en marcha, existen temores de que la empresa ahora priorice las ganancias sobre la seguridad y la ética, especialmente en un campo tan sensible como el desarrollo de inteligencia artificial avanzada.

El temor a una burbuja de IA

El creciente entusiasmo en torno a la inteligencia artificial ha provocado una «fiebre» inversora que ha llevado a las empresas tecnológicas a cotas históricas en los mercados. Este fenómeno, conocido como FOMO (Fear of Missing Out, por sus siglas en inglés), refleja el temor de los inversores a perderse oportunidades en un sector que parece destinado a dominar el futuro de la tecnología.

No obstante, expertos como Ander Michelena, fundador de Acurio Ventures, advierten sobre la posibilidad de una burbuja. «La inteligencia artificial ha llegado al pico de sobreexcitación», afirma Michelena, comparando la situación actual con la burbuja de las puntocom que estalló en el año 2000. Para Michelena, las valoraciones actuales no están justificadas por los ingresos reales que generan los modelos de IA. De hecho, OpenAI solo reporta ingresos de 200 millones de dólares, y si se suman todas las empresas que desarrollan modelos de IA generativa, los ingresos totales apenas superan los 1.000 millones, una cifra muy inferior a las valoraciones astronómicas que están recibiendo estas compañías.

Nuevos desafíos y oportunidades

El cambio de OpenAI hacia una estructura con fines de lucro, aunque polémico, podría permitirle diversificar sus asociaciones estratégicas con gigantes tecnológicos como Microsoft, Apple y Nvidia, ampliando su alcance global. Sin embargo, la salida de altos ejecutivos y la presión por generar ganancias también abre interrogantes sobre la capacidad de la empresa para mantener su liderazgo en un campo cada vez más competitivo.

Para algunos analistas, como Hyoun Park, CEO de Amalgam Insights, la decisión de OpenAI de transformarse en una empresa comercial «facilita las cosas para los inversores», quienes ahora pueden proyectar las expectativas de retorno financiero habituales en el mercado de la IA. No obstante, el viraje hacia el lucro plantea dudas sobre la misión inicial de OpenAI de desarrollar una IA para el bien común, algo que podría erosionar la confianza de algunos sectores.

Conclusión

OpenAI ha decidido dar un giro en su estructura, priorizando el lucro en un contexto de fuerte sobreexcitación en torno a la inteligencia artificial. Mientras los inversores se muestran ansiosos por capitalizar la revolución tecnológica en curso, las preocupaciones sobre una posible burbuja y los cambios en el liderazgo ponen de manifiesto los desafíos que enfrentará la compañía en su nueva etapa. La cuestión que queda por resolver es si OpenAI logrará equilibrar su búsqueda de rentabilidad con el compromiso de desarrollar una inteligencia artificial ética y responsable que beneficie a la sociedad en su conjunto.

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