En un movimiento que ha sorprendido a la industria, Google anunció recientemente que defenderá a los usuarios de sistemas de inteligencia artificial generativa en sus plataformas Google Cloud y Workspace ante acusaciones de violaciones de propiedad intelectual. Esta decisión se suma a la de otros gigantes tecnológicos, como Microsoft y Adobe (me faltaría saber que dice Meta), que han realizado promesas similares. Sin embargo, detrás de esta ola de «defensa del derecho de autor» por parte de las grandes empresas tecnológicas, surge una pregunta esencial: ¿hasta qué punto estas promesas son sinceras y cuánto tiempo mantendrán este compromiso?
Es bien sabido que estas empresas, con su amplia influencia y recursos, han tenido históricamente la capacidad de cambiar de opinión y estrategia según sus intereses comerciales. «Ahora los grandes dicen que defenderán los derechos de autor, pero ¿cómo lo conseguirán y cuánto tardarán en cambiar de opinión?», se preguntan muchos escépticos ante este giro repentino. Las demandas de derechos de autor no son un juego y tienen implicaciones reales tanto para los creadores como para los usuarios finales.
En el caso europeo, la situación se complica aún más. Europa ha mantenido tradicionalmente una postura firme en cuanto a la regulación y protección de los derechos de autor. Con la reciente oleada de demandas y la promesa de las grandes tecnológicas de defender a sus usuarios, es probable que estas empresas se enfrenten a un desafío al intentar lidiar con los reguladores europeos. Las leyes de derechos de autor en el continente son notoriamente estrictas y las empresas que deseen operar allí deberán adaptarse y respetarlas, independientemente de las promesas que hagan a nivel global.
Aunque la intención de estas empresas pueda parecer noble, es fundamental que los usuarios estén informados y sean cautelosos. Como siempre, las acciones hablan más fuerte que las palabras y solo el tiempo dirá si estas promesas de defensa de los derechos de autor son genuinas o simplemente una estrategia temporal para aplacar a las masas y a los reguladores. Por ahora, tanto creadores como consumidores deberán permanecer atentos y críticos frente a los desarrollos futuros en este campo.