La paradoja de la IA: inversión descomunal sin impacto visible en el PIB

En un momento en el que las inversiones en inteligencia artificial alcanzan cifras astronómicas, surge una incómoda pregunta: si la IA es tan revolucionaria, ¿por qué el PIB no se ha enterado?

Así lo destacaba recientemente Frankie Carrero en un comentario publicado en su perfil de LinkedIn, haciendo referencia al artículo de Alberto Romero en The Algorithmic Bridge. La reflexión es tan sencilla como profunda: mientras las empresas tecnológicas disparan su gasto en infraestructura y GPUs para IA, los principales indicadores macroeconómicos —como el PIB, la productividad total de los factores (TFP) o el índice de desarrollo humano (HDI)— siguen sin reflejar cambios significativos.

Según comenta Carrero, “estamos viviendo una revolución que aún no se ve en los números”. En su análisis, destaca varios puntos clave:

💰 Inversión masiva, impacto incierto

Las tecnológicas están invirtiendo miles de millones de dólares en centros de datos y hardware para IA. Sin embargo, casos como el de DeepSeek demuestran que los avances pueden lograrse de forma más eficiente y con menos recursos. “La gran pregunta es si estamos inflando los costes sin obtener un retorno proporcional”, apunta Carrero.

🔎 Productividad con efecto retardado

No es la primera vez que la historia muestra una desconexión temporal entre innovación y resultados económicos. La electricidad, la informática o Internet tardaron décadas en traducirse en mejoras tangibles para la productividad. La IA podría estar atravesando esa misma fase: fuerte inversión inicial, pruebas y ajustes, y solo más tarde un impacto evidente en la economía global.

📊 Métricas desactualizadas

Carrero plantea otra cuestión: ¿estamos midiendo correctamente el impacto de la IA? La automatización de procesos, la investigación médica acelerada o la personalización de servicios no siempre se reflejan de forma directa en el PIB o los indicadores tradicionales. Es posible que el verdadero impacto de la IA escape a las herramientas actuales de medición macroeconómica.

🔮 Hype o transformación real

Existe una burbuja evidente en torno a la IA. Las expectativas infladas y la carrera por captar inversión han generado promesas que todavía no se cumplen. Pero, como recuerda Carrero, “todas las tecnologías disruptivas atraviesan este ciclo: euforia, desilusión y, finalmente, adopción real y sostenida”.

El artículo de Romero, al que hace referencia, muestra con gráficos la desconexión entre la inversión en IA y el crecimiento económico real. La comparación es clara: mientras los gastos de capital (CapEx) en IA crecen sin freno, el PIB mundial sigue la misma tendencia moderada de las últimas décadas.

¿Estamos invirtiendo demasiado o es solo cuestión de tiempo?

La respuesta, para Frankie Carrero, está en el equilibrio: “El impacto no será ni inmediato ni lineal. La verdadera adopción y el cambio cultural empresarial tardan en materializarse. Quizá estas megainversiones aún no muevan el PIB, pero bien gestionadas pueden transformar los modelos de negocio y la productividad a largo plazo”.

El experto también subraya la necesidad de un cambio en las métricas tradicionales. “Tal vez tengamos que dejar de medir únicamente con el PIB y empezar a observar nuevos indicadores que reflejen la eficiencia, la sostenibilidad y el impacto social de estas tecnologías”, añade.

La lección: no basta con GPUs

En definitiva, Carrero concluye que no se trata solo de acumular infraestructura y capacidad de cálculo, sino de ser ingeniosos y estratégicos en el desarrollo y aplicación de la IA. “El retorno no se verá solo en balances financieros, sino en la vida real, en cómo mejoran los procesos, la salud, la educación o el día a día de las personas”.

Mientras tanto, el mundo sigue invirtiendo sumas millonarias en una revolución tecnológica cuyo efecto económico global sigue siendo, por ahora, más promesa que realidad. La historia nos dice que puede ser solo cuestión de tiempo… pero también de inteligencia para saber en qué y cómo invertir.

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