En la actualidad, los medios de comunicación frecuentemente publican artículos que advierten sobre el inminente reemplazo de los humanos por la Inteligencia Artificial (IA) en el mercado laboral. Sin embargo, a pesar de estos temores, la historia nos ofrece una perspectiva diferente y más matizada sobre cómo la tecnología afecta al trabajo. José Antonio Gallego, experto en Talento y Cultura en BBVA, explora en su reciente artículo en LinkedIN cómo, a pesar de los avances tecnológicos, la desaparición del trabajo no es una realidad a la vista.
El Mito de la Desaparición del Trabajo
El relato de la historia revela que las innovaciones tecnológicas han suscitado temores similares en el pasado, sin que esos temores se hayan materializado en la realidad de manera tan drástica como se predecía. Un ejemplo relevante es la huelga de las «selfactinas» en España en 1855. Esta huelga, que tuvo lugar durante el convulso «bienio progresista», fue una respuesta a la introducción de máquinas que prometían sustituir el trabajo manual de los hiladores. Las «selfactinas», importadas de Gran Bretaña, permitían hilar varios hilos simultáneamente con menos intervención humana, lo que llevó a la alarma entre los trabajadores.
José Barceló, líder de la Asociación de Hiladores de Barcelona, escribió una carta abierta en el Diario de Barcelona, defendiendo a los trabajadores que se oponían a las nuevas máquinas, argumentando que estas los dejaban sin empleo y medios para ganarse la vida. A pesar de la feroz oposición a la tecnología, el trabajo manual no desapareció como se temía, y la huelga fue reprimida con violencia.
Predicciones Fallidas sobre el Trabajo y la Tecnología
A lo largo del siglo XX, pensadores influyentes como John Maynard Keynes y Bertrand Russell hicieron predicciones optimistas sobre el impacto de la tecnología en el trabajo. Keynes anticipó que la jornada laboral se reduciría a 15 horas semanales debido a los avances tecnológicos, mientras que Russell abogaba por una jornada de 4 horas diarias para garantizar empleo para todos. Sin embargo, estas previsiones no se han cumplido; el trabajo sigue siendo una parte central de nuestras vidas, y en muchos casos, la demanda de mano de obra ha crecido.
En la actualidad, a pesar de la presencia de tecnología avanzada y la automatización, el empleo sigue siendo un desafío. Las tasas de desempleo en países como Cataluña, Japón, China y Estados Unidos demuestran que, a pesar de la alta productividad tecnológica, la necesidad de trabajo humano persiste.
La Paradoja del Trabajo y la Tecnología
David Graeber, en su obra «Bullshit Jobs», ofrece una explicación alternativa para esta paradoja. Graeber argumenta que la razón por la cual seguimos trabajando a un ritmo tan intenso no es económica, sino política. Según él, las élites temen que una población feliz y con tiempo libre represente una amenaza para su poder. Además, la idea de que el «trabajo duro» es un valor moral esencial contribuye a mantener a las personas ocupadas en trabajos que a menudo carecen de impacto tangible en la sociedad.
Graeber clasifica ciertos trabajos como «bullshit jobs», aquellos que no tienen una función esencial pero que a menudo están mejor remunerados. Según su teoría, estos trabajos sirven para mantener a las personas ocupadas y evitar que cuestionen el sistema. En contraste, los trabajos esenciales, como los relacionados con el transporte, la alimentación y la salud, son frecuentemente menos remunerados pero vitales para la sociedad.
Conclusión: El Trabajo No Desaparecerá Pronto
La historia demuestra que, aunque la tecnología ha cambiado la naturaleza del trabajo, no ha eliminado la necesidad de empleo. Las innovaciones tecnológicas, incluida la IA, han transformado muchas industrias, pero el trabajo humano sigue siendo crucial para el funcionamiento de la sociedad. La idea de que la tecnología liberará a las personas del trabajo ha sido un mito persistente, y la realidad es que el trabajo sigue siendo una parte integral de nuestras vidas.
Como concluye José Antonio Gallego en su artículo, «El infierno es un conjunto de individuos que pasan la mayor parte de su tiempo trabajando en una tarea que no les gusta y en la que no son especialmente buenos», una reflexión que subraya la necesidad de valorar el impacto y la satisfacción en el trabajo, más allá de la mera existencia de empleo.